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Se podría decir que los sensores son los «ojos» de las máquinas.
Si estos ojos no funcionan debidamente, puede formarse excesiva pulverización y pueden crearse puntos fríos. Los puntos fríos suponen un entorno no uniforme y aumentan la presión bacteriana en el embrión que afectará negativamente en la calidad del pollo.
Por lo tanto, es esencial calibrar sus sensores anualmente para garantizar lecturas correctas de todo su equipo del criadero.
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